viernes, 22 de agosto de 2008

Consideraciones sobre el fenómeno literario

Para empezar creo prudente definir que entenderé como fenómeno literario. Sartre lo encuentra en el periodo de tiempo que el lector interactúa con el texto, es decir desde que lo empieza a leer hasta que lo termina. Fuera de este momento el fenómeno no ocurre. La exclusión del proceso de creación del texto obedece a la siguiente lógica: el autor no lleva a cabo un proceso de revelación, de descubrimiento de ideas, de apertura de horizontes como lo hace el lector. La fase de escritura es justamente la fase de materialización de las ideas que el escritor ya tenía presentes, él ya sabe exactamente que palabra procede mientras escribe, por eso no hay ninguna revelación.

Autor

Es inevitable el carácter subjetivo de la obra, es algo inerte a la producción humana. Sin embargo el sujeto que emite la subjetividad esta siempre inmerso en un contexto histórico y social. Aún más imperante es asumir que cada sujeto es un reflejo de su contexto; la actividad literaria, al igual que la artística en general, es una respuesta a la infinitud de estímulos que el individuo social, histórico, biológico y material recibe de su entorno. Como una consecuencia de lo anterior, y en un apartado distinto a lo analizado en éste trabajo, se puede alegar que la genialidad deja de ser una virtud alcanzable y se convierte en una virtud condicional al contexto y ajena al individuo.

Aclarado esto pasemos a la creación en sí. Los estímulos del entorno permean los pensamientos del individuo, si se dan los medios, el individuo se dispone a plasmarlos. Hay aquí la primera transformación: las ideas abstractas adquieren la forma del lenguaje, que en primera instancia pertenece a una sociedad y después a sus individuos.

Texto

Las ideas han sido plasmadas, ahora existe un lenguaje que es perteneciente a una sociedad. Tenemos entonces un código que repara en el aspecto social que a su vez tiene que asumir un aspecto histórico, y por ende un flujo. Viene la inevitable problemática de la deformación y alteración de las ideas originales: el tiempo, es decir, siempre estamos hablando de un “diálogo entre el pasado y el presente”[1]. La problemática se acentúa conforme fluye el tiempo, de ahí la barrera de entendimiento con textos de pasado remoto: Los códigos de cierta sociedad sufrieron cambios con el paso del tiempo, como todo lo social, y se manifiestan al lector de otra época con cierta resignificación que lo aleja del pensamiento original. Es en éste proceso surge la tercera transformación.

Lector

Llegamos al fenómeno literario, a ese proceso de revelación antes citado que pretende la comprensión de ideas de otra subjetividad. Es extraño como se mantiene casi sin mención éste tercer partícipe del proceso en la historia de la crítica, siendo precisamente él el que concreta el fenómeno, pero no es hasta la Nueva Crítica que adquiere valor. Ciertos requisitos tiene el fenómeno: uno que parece casi inútil recalcar es la disposición completa del sujeto; la aprehensión de ideas es un proceso muy complejo, si no hay una plena concentración del lector es muy difícil que los códigos que registra accionen la maquinaria de reflexión para realmente recrear las ideas. En un escenario previo tiene que haber una capacidad de relacionarse con los códigos, si éstos le son totalmente ajenos al lector no habrá vehículo conductor para las ideas. Dado el reconocimiento ahora se tiene que dudar de los códigos, ¿bajo qué premisa aseguro que los códigos que significaron cierta idea en tiempos del autor no han sufrido una resignificación para el contexto del lector?

Hermenéutica Histórica

El título anterior es como denomino el método descrito por Hans Robert Jauss, quien, como sus contemporáneos, da suma importancia al papel de lector. Su crítica literaria se basa en entender cierto texto dentro de su marco histórico, y asimilar la respuesta que tuvieron sus lectores dentro de éste, es decir dentro de su “horizonte de expectativas”[2]. Paso siguiente es intentar entender los cambios que surgen culturalmente que puedan distanciar al lector histórico del texto. El planteamiento de Jauss de cierta manera incluye la concepción del texto como un esqueleto, una estructura que tiene que ser completada por el lector, quien de manera subconsciente rellena éstos huecos con la información que él cree implícita.

El interés primordial de dicho método es desechar la inexactitud de la resignificación de los códigos, de la complementación de la obra; estamos pretendiendo anular, en la medida de lo factible, la temporalidad que define el diálogo entre pasado y futuro antes citada. Y digo en la medida de lo factible porque la capacidad de eliminar la resignificación dependerá de los medios que tengamos para empaparnos de ese contexto histórico-cultural-social y el mejor aprovechamiento que les podamos dar. Es justo en este punto donde encuentro la única posible debilidad del sistema de Jauss: ¿Con que certeza podemos saber que la información que recabemos para recrear el horizonte de expectativas confirma o encierra la significación de los códigos del autor? ¿Hasta qué grado se plasma la respuesta al horizonte de expectativas en los medios que más tarde podríamos tener a nuestra disposición? ¿Qué precisión pretendemos obtener en la información acerca del espíritu de la época? No demerito la propuesta del método, ya que las posibles fallas no son innatas a él, si no a la barrera infranqueable de la temporalidad. En principio estamos hablando de un sistema ideal: la comprensión de los mismos significados de un código junto con el contexto cultural en el que suceden es el vehículo más preciso para la comprensión entre subjetividades.



[1] Terry Eagleton, Una introducción a la teoría literaria, pp. 73-113.

[2] Hans Robert Jauss, Historia de la literatura como una provocación a la ciencia literaria, en En busca del texto. Teoría de la recepción literaria, pp. 55-58.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio